ARQUITECTURA RELIGIOSA

Arquitectura religiosa de la sierra de Albarracín

Para comprender las señas de identidad culturales de esta comarca, es necesario, en primer lugar, conocer, siquiera brevemente, las condiciones básicas geográficas e históricas que le confieren una singular peculiaridad frente a otros lugares de Aragón.

La Comarca de la Sierra de Albarracín presenta una fuerte identidad frente al resto de las que forman la comunidad aragonesa. Ello se deriva de varios factores: en primer lugar, su cohesión interna, tanto histórica como geográfica y funcional, que permite delimitarla perfectamente de las zonas limítrofes; en segundo lugar, una gran homogeneidad, hecho también debido, sin duda, a lo reducido de su extensión. Esta coherencia se basa en su medio productivo (agrícola, ganadero o forestal), en su inserción geográfica y en su tipología de asentamientos. Finalmente, su vinculación histórica a partir de la Edad Media con diversas comunidades que le configuran sus características culturales.

Esta historia propia se refleja en la vigencia actual de una institución de origen medieval como es la Comunidad de Albarracín. La ciudad y su territorio fueron sede del reino musulmán de los Abu-Razim que se independizó como reino de Taifas a raíz de la desaparición del Califato. Durante la Reconquista, pasa a estar vinculada al reino de Navarra como enclave entre Castilla y Aragón, y se concedió en señorío a los Azagra, que, durante dos siglos, rigieron los destinos de la ciudad y su territorio; la Comunidad de Santa María de Albarracín comenzó a tener un peso específico institucional tras la reorganización administrativa promovida por Jaime II. El territorio de dicha comunidad comprende gran parte de la comarca. Extendido ininterrumpidamente, deja como enclaves aislados los términos municipales de las aldeas. La explotación es común entre todos los pueblos, si bien se otorga a la ciudad el cincuenta por ciento de los beneficios más una parte alícuota del otro 50% restante.

Esta peculiar personalidad administrativa de sus instituciones ha influido poderosamente en la arquitectura y urbanismo de los asentamientos de esta región, en la que podemos destacar la arquitectura religiosa que ha llegado hasta nuestros días, que incluye 1 catedral y 35 iglesias, más de 50 ermitas, 4 conventos, 1 santuario y 36 peirones (Ibídem 1). Las iglesias en su conjunto constituyen el principal patrimonio por su elevado valor artístico. Destacan los templos gótico-renacentistas del siglo XVI, con solución de bóvedas estrelladas, algunos elementos individuales, como los pórticos de Terriente y Villar del Cobo, la joya barroca de la iglesia de San Millán en Orihuela del Tremedal o el cierre almenado del espacio sacro de Jabaloyas; y, sobre todo, la completa y sólida colección de campanarios de piedra con remate octogonal, en la que se inscriben Terriente, Jabaloyas, Villar del Cobo, Monterde y Torres de Albarracín, y cuyo modelo son los campanarios de Santiago y la Catedral en la propia ciudad; finalmente, hay que mencionar la iglesia de Frías, donde el diseño neoclásico no se hace incompatible con un cierto sabor popular que se desprende de su ejecución.

Las ermitas son en general construcciones de reducidas dimensiones y escaso valor artístico y arquitectónico. Entre ellas se puede destacar la ermita del Cristo de la Vega de Albarracín de estilo barroco del s. XVII con magnificas bóvedas de crucería estrellada y una talla del Cristo de gran valor artístico, la ermita de Santa Bárbara de Bronchales de estilo gótico primitivo pero muy transformada que data del s. XIV, mientras la ermita de la Virgen de los Dolores en Jabaloyas es uno de los ejemplos más sencillos de arquitectura mudéjar tardía fechada en el siglo XVII. Un factor destacable de la arquitectura religiosa monumental de esta comarca es su aceptable estado de conservación debido fundamentalmente a las numerosas restauraciones que han tenido lugar en el último medio siglo.

No se puede decir lo mismo de su arquitectura religiosa popular –peirones, vía crucis, cruceros y calvarios- que son muy escasos en comparación con otras zonas de Aragón y de poco valor artístico en general. No se conservan ni cruceros ni calvarios. Queda un solo Vía Crucis recientemente restaurado en Gea de Albarracín y varios en ruinas de los más de 20 que se sabe que existieron. Finalmente, los peirones son los principales representantes de este tipo de arquitectura religiosa menor que han perdurado aunque la mayoría están en precarias condiciones de conservación, cuando no en ruinas, y tan apenas unos pocos han sido rehabilitados en las últimas décadas.